viernes, 9 de diciembre de 2011

No la soñé en octubre; usando bragas como tapices: con flores, sin rubor, recargada en el sillón hojeando anuarios de colegios en los que no estudió, no sé si anhelando vivir alguno de esos futuros ajenos que más que distantes sonaban absurdos, era recurrente encontrarla husmeando mis cosas al despertar, a veces por las mañanas, a veces por las tardes pero siempre al despertar. Me encantaba preguntarle cómo se sentía, porque encontraba siempre una duda. —Equivocada —decía al tiempo que sonreía.